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EL FOCO
Por Jesús Cerda López
No es sencillo enfocarme en una actividad; si leo, por ejemplo, y encuentro una palabra nueva, busco en el diccionario o en internet y el descubrimiento de lo que significa me distrae de la actividad original.
Me ejercito en la concentración pero, ahora mismo, pienso en círculos de colores que giran y tienen un centro en común aunque son de diferente tamaño y veo el vórtice de energía del logo de ICONO y recuerdo la teoría del Vortex y pienso en los fósiles y en los remolinos de agua y ya me olvidé de la intención inicial. ¿Conoces la teoría del Vortex? ¿Has escuchado del Doctor Graves? ¿Sabes que significa “Graves” en castellano? ¿Piensas que exclusividad y fidelidad significan lo mismo?
Una pregunta importante: ¿Cuántas emociones eres capaz de reconocer en ti mismo y en los demás?
¿Cuántos grados tiene el abanico del enojo que va quizá desde la muy simple incomodidad o molestia hasta lo violentamente iracundo? Y, ¿Cuál respuesta biológica es la consecuente al estado emocional –que es más que sólo una emoción-.?
Entiendo que El Foco de la Inteligencia Emocional sea la gestión de las emociones y que de sus componentes, el primero –el autoconocimiento- es todo un reto. ¿Cómo pretender que me conozco si soy siendo y diferente cada vez que me observo? Como en el teatro, creo que cada uno tenemos un hilo conductor, una trama que nos da continuidad, lugares comunes, aspiraciones, recuerdos, alegrías y dolores que constituyen nuestra historia y no tener ese contexto nos haría un Prometeo peculiar, pero continuando con la idea, ¿Cómo sería la vida si cada mañana despertáramos sin recordar nada y desde cero? Tal vez extenuante y probablemente muy interesante y aterrador.
En la práctica profesional escucho a empresarios exitosos –en lo comercial- con problemas de liderazgo –algunas veces por “mal carácter”- decir: “pero así soy”, “así somos todos”, “el que no aguanta no sirve”, “no soy agresivo, es el medio”, “el sudor de la frente”, “si no los trato así no entienden” y un sin número de frases con los que propician distancias y no puentes.
Con las que clasifican a los demás pero “fuera” de alcance. “Ellos y yo” ¿Cuál es la intención del que ayuda? ¿De dónde su motivación? nos dijo alguna vez el padre Marinelli del Centro San Camilo A. C.
Tal vez el foco de nuestro trabajo deba ser uno solo, nosotros mismos y, al conocernos, acercarnos a lo que deseamos ser. Enfocarnos en el autoconocimiento debería ser la gran medida, el acuerdo principal, porque después de ese descubrimiento viene, potencialmente la aceptación de si-mismo y con esto la auto-gestión. ¿Qué me mueve?, ¿Qué me gusta? ¿Por qué esperar a jubilarme para hacer lo que realmente me gusta? ¿Por qué critico a los jóvenes –y no tanto- que se dedican a intentar e intentar e intentar? ¿Será que yo no lo he tratado con suficiente energía? Ahora es un buen tiempo… pero no como un propósito solamente, sino como la alternativa que más puede acercarme a la felicidad.